Pioneros en el tambo: los Scarponi apostaron por una tecnología que les cambió la vida

En Argentina y en todo el mundo, el trabajo en el campo, especialmente en el sector lechero, se vuelve cada vez menos atractivo para los jóvenes, lo que dificulta la continuidad de las empresas familiares en el tiempo. La pregunta clave es: ¿Cómo hacer que esta actividad sea más atractiva para las nuevas generaciones? Y la respuesta parece estar en la adopción de tecnologías.

El Albardón: el tambo familiar que se animó a sumar robots

Un caso ejemplar de esta transformación es «El Albardón», un establecimiento familiar ubicado en la localidad bonaerense de 25 de Mayo. Hace treinta años, Sergio Scarponi (61) ordeñaba a mano; luego, pasó a utilizar máquinas de ordeño y, desde hace casi tres meses, sus hijos tomaron el mando y sumaron dos robot al tambo.

La historia de la familia Scarponi con el sector lácteo se remonta a la década de 1990, cuando Sergio ordeñaba solo cuatro vacas en un galpón de pollos. Con el tiempo, pasaron a un tambo tradicional para luego renovarlo y adaptarse a las necesidades modernas. Y, aunque estuvieron a punto de dejar la actividad, con la nueva generación al mando pudieron dar el salto tecnológico e incorporar robots de ordeño.

«Mi padre había planeado dejar el tambo. Había inseminado todo con vacas negras. Pero con mi hermana decidimos continuar con el tambo y pudimos invertir. Actualmente, estamos buscando reposición poco a poco. En este momento, contamos con alrededor de 100 vacas y producimos un promedio de 3.000 litros de leche diarios», cuenta José Scarponi de 31 años. Ahora tienen la primera sala de ordeñe robotizada de la localidad de 25 de Mayo (Buenos Aires).

Aunque estuvieron a punto de dejar la actividad, gracias a créditos privados y la venta de animales, la familia pudo financiar la adquisición de dos robots de ordeño, una inversión que alcanzó un poco más de 300 mil dólares. Estos robots pueden manejar más de un centenar de vacas y permitió a la familia Scarponi cambiar su enfoque de ordeñe tradicional a un sistema donde las vacas son inducidas a venir al robot tres veces al día, cada ocho horas. Actualmente, la producción promedio es de 30 litros por vaca, y algunas llegaron a alcanzar picos de 58 litros diarios.

“Los robots soportan aproximadamente 140 vacas, dependiendo del tiempo de ordeñe de cada vaca. Ahora en el ordeñe hay 101 vacas”, explica José.

El proceso de ordeño con robots implica una planificación meticulosa. Las parcelas se dividen en áreas específicas y se calcula la cantidad adecuada de pasto que cada vaca necesita. Utilizando collares inteligentes, se monitorean las horas de comida, rumia y actividad de las vacas. Estos datos ayudan a manejar la producción de manera más precisa y a identificar indicadores de salud y celo en los animales.

“Lo más impresionante es que las vacas ahora tienen una circulación voluntaria, yendo y viniendo solas de las parcelas a la sala de ordeño durante las 24 horas del día, sin necesidad de intervención humana. Cuando una vaca entra al robot, este identifica al animal, determina la cantidad de comida que necesita”, destaca José.

Respecto al recurso humano, José destaca que la tecnología ayuda a la vida cotidiana y comenta que aunque siempre hay cosas para hacer en el campo, con los robots hay horarios más flexibles. “Las horas antes se destinaban a estar en la fosa y ahora se pueden aplicar a otros aspectos del negocio como puede ser el manejo del pasto, de la recría y la productividad de las vacas.”

Este enfoque tecnológico no solo mejora la eficiencia y la precisión en el manejo del ganado, sino que también hace que la actividad sea más atractiva para las nuevas generaciones al incorporar herramientas de alta tecnología. La historia de «El Albardón» demuestra que la adopción de tecnologías puede ser la clave para realizar un traspaso generacional exitoso. (Agrofy News)

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