La superpoblación canina y felina exige una solución rápida, efectiva y eficiente

Para los visitantes a los llamados refugios, esos lugares dedicados a asilar y proteger perros y gatos abandonados, la imagen nunca deja de ser impactante.

Las más de las veces se escuchan opiniones indignadas, como: “¡Éste lugar es una vergüenza!”.

Lo que en un principio pretendió ser un edén, un lugar de contención, con el tiempo se transforma ante la falta de apoyo económico y operativo, en un espacio incapaz de contener o albergar en mínimas condiciones dignas.

La situación es una consecuencia de la inacción sobre las soluciones ya que nadie puede sostener que los refugios de animales sean la solución para un problema que comienza con la reproducción indeseada y descontrolada, de la cual es único responsable el ser humano y no los animales.

El lugar es una consecuencia de la mayoría de la gente que deja a sus animales procrear al azar.

El problema del animal doméstico de compañía en situación de abandono es creado por una sociedad que no se da cuenta, no le interesa o no quiere saber del sufrimiento que su falta de responsabilidad ocasiona.

La sobrepoblación de perros y gatos continúa creciendo año con año y las razzias, el envenenamiento y las matanzas clandestinas no son la solución. Son sin lugar a dudas una verdadera monstruosidad.

Es necesario entender que por medio de la educación y la difusión en los medios sobre esta situación se puede y se debe articular la solución para esta fuente de sufrimiento, enfermedades, dilemas urbanos y un sinfín de dificultades sobre las que todos pueden ayudar a solucionar.

No dejando reproducirse indiscriminadamente a sus animales a través de la castración masiva, sostenida en el tiempo, de machos y hembras, sistemática y gratuita, se yergue en el otro brazo de la solución al problema.

Allí es el Estado, municipal, provincial y nacional el que debe tomar cartas en el asunto, capacitando profesionales, creando programas al respecto y llevando al terreno la castración quirúrgica.

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