Por INTA 25 de Mayo: Campos cubiertos continuamente, una buena decisión

Se avecina una nueva campaña de cultivos de invierno, quienes no siembren trigo o cebada tienen la opción de mantener sus campos activos con cultivos de cobertura. Esta práctica redunda directamente en beneficios para el manejo del campo, resolviendo problemáticas de la producción, pero que generalmente no se consideran o son invisibles por tener un bajo o nulo valor de mercado. Principalmente consisten en la siembra de plantas forrajeras gramíneas y/o leguminosas, que lo ideal sería no destinarlas al pastoreo animal ni a la cosecha de grano. La prioridad la tiene el recurso suelo, no obstante existen trabajos que muestran que se los puede pastorear sin perder significativamente sus beneficios edáficos, pero para ello es importante considerar minuciosamente la carga animal y el forraje consumido según el ambiente. Lo más común es que se siembren en otoño y ocupen el suelo entre dos cultivos de verano.

Si no lo pastoreamos ni cosechamos su grano ¿Para qué lo sembramos? En la producción de nuestros campos se sugiere realizar un manejo integrado de la fertilización, sanidad y malezas, donde además del uso racional de fitosanitarios, se implementen otras prácticas complementarias. Entre las prácticas biológicas que forman parte de este manejo integrado, se encuentra el cultivo de cobertura.

El aporte de nutrientes para el cultivo de grano sucesor, se origina a partir de las leguminosas que aportan nitrógeno por fijación biológica, y de las gramíneas cuyos residuos radiculares y aéreos se descomponen. Ensayos de varios años con esta práctica en INTA Pergamino, mostraron necesidades de urea de 60 kg/ha para cubrir los requerimientos de maíz. A diferencia de un campo sin cultivo invernal, las gramíneas reducen la pérdida de nitrógeno por lixiviación al absorberlo y aportarlo a través de sus residuos orgánicos.

El control de malezas en los barbechos largos, se atribuye a que el cultivo de cobertura ocupa el espacio de éstas, compitiendo por agua, nutrientes y luz. Cuando el cultivo es muerto por acción de un rolo, forma una cobertura que impide o retrasa la emergencia de malezas, complementando a los herbicidas en los barbechos cortos. Un trabajo realizado entre el INTA y la Sociedad Rural de 25 de Mayo muestra que la consociación trigo/vicia como cultivo de cobertura es una práctica válida para controlar el número de malezas en barbechos largos y ejerce un dominio permanente sobre el crecimiento de las malezas que logran emerger.

Los cultivos de cobertura afectan positivamente las condiciones físicas del suelo. Los fitosanitarios en caso de necesidad se pueden comprar, pero la materia orgánica que promueve la descompactación, mejorando la infiltración del agua y expansión radicular, sólo se adquiere con el uso de gramíneas. Hay que tener en cuenta que esta estrategia de conservación complementa y no sustituye a la rotación con trigo y maíz y a la fertilización balanceada.

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