Ciberbullying y Grooming: dos amenazas para nuestros hijos en el mundo digital

En una época donde vivimos continuamente conectados al mundo virtual a través de celulares, tablets y computadoras, y cuando las redes sociales como Facebook, Instagram, Whatsapp y TikTok han cobrado un rol central en nuestra vida, aparecen nuevos peligros a los que debemos hacer frente.

En este contexto, los niños y adolescentes se han convertido en víctimas de nuevos delitos y conductas abusivas que se llevan adelante a través de los medios digitales, como es el caso del cyberbullying o ciberacoso y el grooming, que ponen en riesgo su integridad psíquica, física y sexual.

Frente a este panorama, y en el marco de un aumento de los ciberdelitos en general que afectan a personas y empresas sin distinción, resulta más importante que nunca tomar cartas en el asunto y educar a nuestros menores para que estén alerta frente a los riesgos que conlleva el uso de las nuevas tecnologías y acompañarlos para evitar que sean víctimas de este tipo de conductas.

El cyberbullying no es otra cosa que la versión digitalizada del acoso cometido entre menores, que generalmente se da entre compañeros de escuela, clubes u otros grupos de afinidad infantojuvenil, concretado a través de medios virtuales como aplicaciones de mensajería y redes sociales. 

Se trata de una forma actualizada de agresión, en este caso principalmente verbal o psicológica, aunque también puede incluir fotografías, videos o contenidos de audio, mediante los cuales se agravia a un niño o adolescente por distintas razones, lo que puede resultar en daños y secuelas para su integridad moral y su desarrollo personal.

En agosto de 2010, en Argentina tuvo lugar uno de los primeros casos de grooming que trascendieron públicamente, cuando una persona mayor de edad, valiéndose de medios informáticos, entabló contacto con un adolescente de 14 años y, tras ganarse su confianza por esas vías, logró concretar un encuentro presencial en el cual terminó abusando sexualmente de su víctima.

Luego de ese primer caso de impacto social, el Congreso de la Nación sancionó una ley que modificó el artículo 131 del Código Penal estableciendo una pena de seis meses a cuatro años de prisión para toda persona que, por medio de comunicaciones electrónicas, telecomunicaciones o cualquier otra tecnología de transmisión de datos, contacte a una persona menor de edad con la finalidad de atentar contra su integridad sexual.

Posteriormente, una nueva ley fue sancionada tras el asesinato de Micaela Ortega, en lo que constituyó el primer caso registrado de grooming seguido de muerte en nuestro país. Ortega, por entonces de 12 años de edad, cayó en la trampa que le tendió Jonathan Luna, un hombre de 28, que tras hacerse pasar por una niña, concretó un encuentro con su víctima y la golpeó y estranguló hasta causarle la muerte. El asesino fue condenado a prisión perpetua y el caso dio origen al Programa Nacional de Prevención y Concientización del Grooming o Ciberacoso contra Niñas, Niños y Adolescentes. 

A pesar de esto, los especialistas advierten que la Justicia sigue afrontando muchas limitaciones para hacer frente al desafío de combatir el cibercrimen, por lo que es muy importante que tanto en el seno de las familias como en los ámbitos escolares se generen espacios destinados a educar a los niños y adolescentes acerca de los riesgos a los que se encuentran expuestos en las redes sociales.

Así como en otras épocas padres y docentes insistían en decirle a los chicos que no aceptaran golosinas de extraños ni se acercaran a vehículos de desconocidos, hoy es necesario enseñarles la cautela con la que deben manejarse en las redes sociales para evitar caer en las garras de depravados y abusadores, como así también la importancia de dar a conocer a sus adultos de confianza toda situación extraña o cualquier evento donde se los discrimine, acose o intente convencer de realizar actividades que pueden resultar en daños a su integridad física, moral o sexual.

En caso de advertir que un menor a cargo está siendo o fue víctima de cyberbullying o de grooming es fundamental no borrar ni adulterar contenido alguno de su teléfono, ni mucho menos reprenderlo por el acto, debiendo dar intervención a las autoridades administrativas, policiales y/o judiciales correspondientes, ya que no es lo mismo hacer frente a un caso de ciberagresión entre compañeros de escuela que a un episodio delictivo, como así también a los profesionales médicos y psicológicos que puedan brindar contención adecuada según la gravedad del caso.

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