Breve historia de las cosechadoras en la Industria Argentina

Las cosechadoras son máquinas agrícolas relativamente modernas en comparación con, por ejemplo, los tractores, que fueron creados en el siglo XIX. Originalmente se había producido algunas máquinas y complementos para los arados tirados por caballos que servían para recoger trigo. La primera cosechadora de este tipo fue patentada en Michigan, Estados Unidos, por Hiram Moore y James Hascall. Aparte de este tipo de máquinas, en Australia se inventó otro sistema que fue precursor de las cosechadoras modernas. Consistía en un complemento de arado que, en lugar de cortar la mies, separaba la espiga arrancándola mediante un bastidor llamado stripper. Este tipo de cosechadora fue inventado por John W. Bull y contó con gran éxito en el siglo XIX.

Sin embargo, la primera cosechadora autopropulsada fue creada en Santa Fe, Argentina, por el ingeniero italiano Alfredo Rotania en el año 1929. Este hito en la producción de maquinaria agrícola puso al país en el primer lugar del mundo con respecto a avances tecnológicos en la industria agropecuaria. La excelente calidad de la industria agrícola en Argentina, gracias a la elevada calidad de los camiones, por ejemplo, es indiscutible; por eso durante muchos años el país fue referente en el panorama global de la ingeniería agrónoma y mecánica.

Luego de este primer precedente en la fabricación de cosechadoras argentinas, le siguieron otros modelos mucho más avanzados y mejorados. Las regiones de mayor producción industrial eran en total tres:

 En primer lugar, la Ciudad Autónoma Buenos Aires: donde se destacaron los avances proporcionados por Juan Istilart, que trabajó con máquinas de vapor desde 1910, y Miguel Druetta, que en el año 1929 también creó una cosechadora autopropulsada —patentada algo más tarde que la de Rotania— cuyo principal avance fue la incorporación de una plataforma central.

En segundo lugar, el sur de Santa Fe y el noroeste de la provincia de Buenos Aires: en donde desde 1910 los hermanos Juan y Emilio Senor comenzaron a fabricar carros y a producir cosechadoras para arados con tracción a sangre. Además, se destacaron las labores de don Roque Vasalli, que fabricó por primera vez el cabezal maicero para trilla directa y produjo más de 5 000 cosechadoras desde el año 1950, y la notable actividad del representante protagonista de la industria argentina, el ingeniero de nacionalidad italiana Antonio Rotania, que había trabajado en el desarrollo de la primera cosechadora autopropulsada desde el año 1916 hasta 1929, cuando fue patentada y sacada al mercado.

La tercera y última región fue la provincia de Córdoba: donde Santiago Pussi, de San Francisco, fabricó cosechadoras con orugas para arroz desde el año 1941 y Carlos Mainero, de Bell Ville, produjo cosechadoras desde el año 1944 y creó uno de los primeros equipos del mundo para la cosecha de girasol.

La época dorada de la industria nacional de máquinas agrícolas se dio desde 1975 hasta 1985, período en el que llegaron a existir más de quince fábricas en actividad ubicadas tan solo en dos provincias, Córdoba y Santa Fe. Hoy en día, se puede conseguir maquinaria usada a buen precio, como los camiones usados de las diferentes marcas líderes del mercado.

Muchas máquinas fueron exportadas a los países limítrofes e incluso a países industrializados como Francia y Alemania, que las recibieron con gusto ya que la calidad de nuestra industria gozaba de gran reconocimiento. Pero también se instalaron muchas empresas internacionales que importaban piezas y ensamblaban sus máquinas acá. Un ejemplo de esto es la planta de ensamblaje de cosechadoras John Deere, una de las más modernas del mundo, que con el tiempo trajo al país la infraestructura para fabricar los motores y alrededor del 70% de las piezas.

Luego de este pico de inversiones y desarrollo, llegó un decrecimiento continuo. Se desfinanciaron muchas empresas y varias cerraron. En 2017 llegó a dejar de producirse por completo las cosechadoras argentinas; pero, afortunadamente, este año reabrieron algunas plantas de ensamblaje y se está trabajando para reactivar las fábricas de trilladoras y motores. Sin dudas tuvimos un pasado glorioso y contamos con todas las capacidades y herramientas para recuperarlo, no perdamos la esperanza.

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